lunes, 14 de octubre de 2013

LA HERIDA DE PANAMÁ: 110 AÑOS

Fuente: Google

La herida Panamá: 110 años
Por: Kristian Cubillos
kristiancumo94@gmail.com 



Para nadie es un secreto que la historia colombiana del Siglo XX comienza, específicamente, el 3 de noviembre de 1903, es decir, hace 110 años. Tal fecha tiene también su nombre propio: Día de la Separación de Panamá de la República de Colombia. El presente artículo tratará ciertas generalidades de aquel fatídico suceso, no se pretende ser un artículo académicamente histórico, sino un artículo de información y de memoria.



Desde la llegada de Colón a América, pasando por repartición del mundo por las Bulas Papales de Alejandro VI, en 1493, hasta nuestros días, el Istmo de Panamá se ha convertido en el gran interés de las potencias de cada época, no solo por la gran cantidad de beneficios económicos y la diversidad en sus ecosistemas, sino por ser una pequeña faja de la Tierra, cuestión que se resume en el sueño de realizar un puente colosal para unir el Océano Atlántico con el Océano Pacífico.



Por un lado, sirvió como excusa para la Corona Inglesa para penetrar los terrenos de Centroamérica en manos del conocido pirata Morgan. Por otro lado, años más tarde, en 1797, Francisco de Miranda propone realizar una ruta interoceánica, y en 1826 la idea es retomada por Simón Bolívar durante el Congreso Anfictiónico de Panamá. Ya en 1847, Tomás Cipriano de Mosquera comienza a hacer realidad el sueño de la ruta interoceánica con la construcción de un ferrocarril, pero por cuestiones económicas se decide abrir la financiación a contratistas franceses.



De 1847 hasta 1900, como un sino trágico que sucumbe a Colombia, la historia de la vía interoceánica de Panamá se convierte en una historia de estafa y de pérdida de soberanía por parte de los contratistas extranjeros. Por un lado, contratistas estadounidenses, que querían arrollar con la soberanía nacional colombiana sobre el Istmo; y, por otro lado, la representación francesa de Fernando de Lesseps, marcada por la estafa.



Luego de 1900, Estados Unidos se propone ampliar su dominio por la región Caribe, tiene el dominio de Cuba, luego de expulsar a los españoles. Sin embargo, se ve impedido por dominar Panamá por la intervención inglesa, a lo que deciden negociar con Inglaterra y firmar el 18 de Noviembre de 1900, el tratado Hay-Pauncefote, donde Estados Unidos tiene la total libertad sobre el ferrocarril, y la intervención en general para la construcción del canal. Intervención que se tendría que dar a como dé el lugar, siendo esa la consigna de los norteamericanos.



Por otra parte, el gobierno colombiano muestra todo su interés por la ayuda gringa en Colombia, y por supuesto, que fueran aquellos los que construyeron aquel canal, dispuestos a negociar, el gobierno colombiano envía a José Vicente Concha, Carlos Martínez Silva y a Tomás Herrán a conversar con el vigoroso gobierno de Teddy Roosevelt, en voz de sus representantes Cromwell y Hay. Luego de conversaciones y amenazas por parte del Gobierno Gringo, se firma el tratado Herrán – Hay, donde se le da total libertad a los estadounidenses de sacar usufructo de la construcción del canal, la cesión de los derechos sobre el ferrocarril, quitándoselos a los franceses, pérdida parcial de la soberanía, y uso de la fuerza en caso de violación de los derechos particulares, para finalmente hacer una indemnización de a $250.000 a los 9 años.



Sin embargo, la población colombiana indispuesta a aceptar la pérdida de un departamento, decide mostrar negativa a aquel tratado, objetándolo el El 5 de agosto de 1903 a las 10 de la mañana.



El gobierno de Roosevelt, inquieto y ambicioso por el dominio de aquel puente interoceánico, además de repudiar la objeción del tratado, se pone como objetivo dominar Panamá, así sea acudiendo a la fuerza. Pero, Roosevelt aprovecha el surgimiento de movimientos separatistas y atrapa poco a poco a su líder Amador Guerrero, líder separatista, invitándolo a la Casa Blanca, argumentando reconocer inmediatamente la soberanía y la existencia de Panamá como pueblo independiente a Colombia, apoyar incondicionalmente tanto estratégicamente como militarmente la movilización separatista.



El 27 de octubre de 1903, Amador Guerrero regresa a Panamá, y reciben la presencia del crucero americano Nashville en apoyo a su campaña. Mientras tanto, Colombia moviliza 400 hombres, comandados por Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya quienes al llegar a Panamá se les niega la entrada y la movilización por medio del ferrocarril, argumentando falazmente que necesitaban de un permiso del gobierno. Horas después, les permiten ingresar y de manera traidora, al entrar, son arrestados. Y cual Judas el general de los insurrectos recibe US$25.000 por parte del gobierno americano.



Tal arresto, causa indignación en la población colombiana, cosa que hace estallar mítines y batallas campales en las ciudades panameñas. Por un lado, Estados Unidos envía cuatro acorazados a Colón, y otros más a la bahía panameña. Por otra parte, Benjamín Herrera quien precisamente se encontraba en Colón, no permite a su ejército liberal enfrentar a la movida separatista por temor a las tropas gringas.



Ya el 3 de Noviembre de 1903, los movimientos separatistas izan la nueva bandera de un nuevo país, una bandera que parece tejida por Eleanor Roosevelt, y, como fue prometido, 48 horas después Estados Unidos reconoce a Panamá como un nuevo país soberano.



Posteriormente, el gobierno colombiano, envía una misión liderada por Rafael Reyes con el objetivo de recuperar tal soberanía, pero en archivos confidenciales, no se ve más que a un gobierno que le interesa más que el poder pecuniario y seguir las instrucciones del gobierno norteamericano.



Ya quedará para un artículo posterior el tratado Urrutia – Thompson, pero por ahora solo queda concluir con el recuerdo de una herida que significó el ingreso de la potencia norteamericana a las decisiones del país, la pérdida paulatina de la soberanía de nuestro país, y los gobiernos arrodillados que venden su patria por defender unos intereses propios. Sin embargo, estos gobiernos cipayas dan rumbo a una creciente movilización juvenil y de la población en general ha redefinido el rumbo del país, defendiéndolo, cuidándolo y respetándolo, una lucha por la soberanía.

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