RECUPERAR
LA TIERRA DE LABRADORES
Recorrido
por el brazo del humedal Tibabuyes
Rodrigo
Cruz H
El
cuerpo de agua que durante cientos de años ha sido parte de la
geografía de la sabana de Bogotá, el humedal Tibabuyes (“Tierra
de Labradores” en muisca) o Juan Amarillo, tiene una existencia
poco conocida. Es el remanente junto con las menos de 800 hectáreas
que hoy mantienen todavía un escenario ambiental en la ciudad. La
sabana contenía cincuenta veces más de estos cuerpos de agua antes
de la Conquista, y lo que queda corre el peligro de desaparecer en
medio de una apropiación desmedida de sus territorios por la
urbanización o por la contaminación rampante.
El
humedal Tibabuyes divide las localidades de Suba y Engativá, es el
más grande de Bogotá con 223 hectáreas, rodeado de 16 barrios, y
en su tercio medio extiende un brazo en una zona densamente poblada
de la primera de ellas. Posee 121 especies vegetales y 75 de
organismos vertebrados. Actualmente sufre de un conjunto de
problemáticas que amenazan su preservación. Para prevenir esto, hace
parte del Sistema de Áreas Protegidas de Bogotá y está
categorizado como Parque Ecológico Distrital.
Parte
de la población alrededor del brazo del humedal ha suscitado una
discusión sobre algunas problemáticas: la inundación en el puente
que une a los barrios Corinto y Lagos de Suba que se ocasiona en
épocas de lluvia, el desmedido vertimiento de aguas residuales en
esta misma zona y a la altura de los barrios Corinto y Villas del
Rincón, la invasión de viviendas de extrema pobreza, la
contaminación por residuos sólidos y escombros, y el consecuente
abandono por parte de las autoridades y residentes que ocasiona la
toma por parte de grupos delincuenciales.
En
un recorrido que un grupo de habitantes realizó hace unos meses,
pertenecientes a Juntas de Acción Comunal, organizaciones
ambientales y medios comunitarios, se evidenció la situación de la
zona.
Giovanny
Salcedo, gestor social del brazo del humedal, comenta que durante nueve meses de convenio interadministrativo, la población ha sido participativa durante
tres jornadas de mantenimiento, pero queda por generar mayor
apropiación, reconocimiento y acciones de exigibilidad. Entretanto el
Distrito debe intervenir con actividades para mitigar el riesgo de
inundación, la revisión del vertimiento de aguas residuales y la
erradicación del depósito de residuos sólidos.
Recuperar
las funciones del humedal, como son las de prevenir las inundaciones
en olas invernales, prevenir la erosión, mejorar la calidad del
agua, estabilizar el clima, servir de estación a cientos de especies
vivas y brindar recreación pasiva a la población, son alicientes para conservar este ecosistema y convivir con él, como era en un pasado no muy lejano.
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